lunes, 4 de enero de 2010

Amour

Era su belleza perfecta lo que balanceaba al ente casi luminoso que colgaba de una membrana del corazón humano, semejaba tanto una danza hipnótica que uno podía visualizar un movimiento liviano entre sus hermosos dedos.
Y aunque sintiera un extraño pero buen sentimiento hacia ella, la conjetura idónea seria que me enamoró desde hace tres meses y que repentinamente deje de susurrarle al oído para que me entendiera lo que le trataba de decirle todo este tiempo; lo que no me explico es por que no recibí una respuesta inmediata y legalmente necesaria para que el mal de amores desapareciera, la sorpresa, su reacción, la melancolía de añorar viejos tiempos cambió cuando un día apareció y se despidió de mi para siempre.
Desde esa vez no he recibido alguna carta o un mensaje entre las hojas del desconsolado otoño, o algún presente para recordarle siempre que el amor no se ha escapado y que dentro de mí hay una celda donde ambos estamos sin poder escapar.
Sin embargo los años fueron taciturnos al máximo y cuando uno no se lo espera las personas vuelven de nuevo junto con la rutina pero algunas veces piensas estar fastidiado de la mecánica que es mejor olvidar el pasado y no repetirlo jamás.

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